El ser humano tiene la capacidad de impregnar de sentido su historia. A pesar de que la realidad sea como es, es posible asumirla con actitudes muy diversas.
Es responsabilidad de cada uno de nosotros otorgarle un significado a lo que vivimos, para que nos ayude a trascender la limitada y, a veces incómoda experiencia inmediata, pudiendo captar así un sentido más amplio y profundo. El tiempo particular que vivimos tiene mucho que enseñarnos para aprender a vivir mejor. Es importante extraer la sabiduría que de allí se desprende. ¿Qué estamos aprendiendo entonces? ¿Podemos adoptar cambios y orientaciones distintas en nuestra forma de vivir?
Y para quienes buscamos interiorizar más nuestra Fe, meditamos sobre 8 aprendizajes vitales que hablan de nuestra interioridad y que llevan la luz del Resucitado. ¿Qué aprendimos en el aislamiento suscitado por la cuarentena? La cuarentena nos hizo ver el ritmo de vida que llevábamos. ¿A dónde nos condujo?
El tiempo pascual nos habla de un ritmo y forma de vida distintos, al que debemos estar atentos y escuchar. Porque el Resucitado no “cambia las cosas” pero sí el modo de afrontarlas y vivirlas. Este tiempo nos da la posibilidad de hacernos conscientes de la responsabilidad que tenemos en nuestras decisiones. Queramos o no, algo de esta etapa planteará cambios; tenemos la oportunidad de discernir para elegir nuestras opciones y que las circunstancias no decidan por nosotros.
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